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IDEAS POLÍTICAS LIBERALES Y EL PRIMER CONSTITUCIONALISMO EN PERÚ




Para abordar este tema, debemos poner de relieve cómo fueron los primeros momentos del Perú independiente. Debemos tener en cuenta qué ideas políticas y que marcos constitucionales se manejaron en un primer momento para construir el Estado y si los paradigmas que incluyen se cumplieron. Desde este punto podremos saber de qué manera se concibió la ciudadanía y por qué se han dado resultados diferentes en cada región de América.
Como en cualquier estudio sobre los inicios de las Repúblicas latinoamericanas, las vertientes historiográficas que versan sobre las primeras constituciones y la conformación el Estado-Nación van a estar divididas y en contraposición. 
La historiografía liberal defiende que las independencias que se desarrollaron en América latina produjeron la evolución de unas estructuras sociales estamentales a una nueva forma política republicana. Se defiende que las nuevas constituciones liberales y la continua convocatoria a elecciones habrían garantizado esta evolución y que los movimientos de independencia habrían conseguido establecer la maduración de la Nación a partir de la lucha contra el poder de la metrópoli. De esta manera se tomó conciencia de una identidad propia y la Constitución se convirtió en el elemento que la salvaguardaba. También se defendía que la Nación era anterior al Estado, narrándose historias de las repúblicas basadas en luchas políticas.
Por otro lado, la historiografía conservadora sostuvo que la sustitución del sistema monárquico estamental por el republicano generó un clima de tensión social, ya que no se había conseguido cohesionar a los diferentes grupos sociales. Veía en el caudillaje el garante de la estabilidad y el orden. Por eso, esta historiografía se dedica a la redacción de historias sobre los héroes nacionales, en los que veían a los verdaderos padres de a Patria. Además veían en las elecciones una solemne farsa utilizada por los poderosos para legalizar y legitimar su poder.  
La historia de la República de Perú ha estado marcada por el constante ir y venir de diferentes y efímeras Constituciones, sobretodo durante el siglo XIX. El inconcluso proceso de formación del Estado y la Nación peruano se contextualiza dentro de un largo período de anarquía, caudillismo y militarismo, en el que las guerras, nacionales e internacionales, son un constante. Esto provoca inevitablemente un ambiente de inestabilidad política que será la principal causa de la vulnerabilidad de las constituciones que se escribirán durante todo el siglo. Para la redacción de los textos constitucionales se van a imponer las ideas liberales y el concepto de Estado-Nación vigentes en Europa, frutos de una experiencia que, aunque sí se vivió en el Viejo Mundo, fue inexistente en América.  
De esta forma, el Estado surgiría en Perú de manera automática tras la guerra de independencia y se fundamentaría en las bases del “Estado moderno” europeo. A este modelo idealizado se llegaría a partir de un deseo común que se plasmaría en una Constitución. Esta visión tradicionalista defiende que se definió un territorio, se estableció el uso de una moneda común, se establecieron un sistema fiscal, uno legal y otro administrativo y un ejército regular. 
La Constitución de Cádiz de 1812 va a tener una gran influencia sobre la redacción de las constituciones de América Latina. En Perú las constituciones republicanas se cimentarán sobre el reconocimiento del principio de igualdad, la soberanía popular y la división de poderes, que forman parte de la Carta gaditana. Es a partir de este momento cuando se comience a sustentar la idea de “Nación” intentando eliminar los estamentos que se representaban en el Parlamento. 
Con la llegada de San Martín (1820-1822) se iniciará el debate sobre el sistema político, plasmando en el Reglamento y en el Estatuto Provisorios la posibilidad de una salida monárquica. Sin embargo, San Martín fracasó en su intento dejando en manos de un Congreso Constituyente la toma de decisiones. 
Este Congreso redactará en 1823 la primera constitución peruana, protagonista de una etapa en la que había dos Gobiernos: uno en el norte del Perú, bajo José de Riva Agüero; y otro en Lima, presidido por Bernardo de Torre Tagle.  
Este hecho nos permite rememorar el problema que surgió tras la independencia sobre la definición de la estructura territorial de América latina. En  este momento salieron a relucir todas las tensiones existentes entre los grupos de poder regionales. Los “notables” de las antiguas capitales del virreinato, como en este caso Lima, luchaban con los grupos de poder provinciales y éstos contra los locales. Los dos últimos reclamaban la recuperación de la autonomía regional, mientras que los primeros van a intentar centralizar el poder. 
La Constitución de 1823 ha sido calificada como “una solemne ficción”.  Esta Carta tiene un carácter liberal y sigue las directrices de la de 1812. Algunos de sus artículos más importantes versan sobre la composición de la Nación a través de la reunión de todas sus provincias, la prohibición de decretar leyes que atentasen contra los derechos del individuo y el derecho de los pueblos a levantarse si sus derechos eran violado. 
Se va a establecer, a través de esta Constitución, un sistema parlamentarista bicameral cuyos diputados serían elegidos por las provincias, mientras que los senadores serían dos por cada departamento. Las intendencias coloniales pasarían a ser Juntas Departamentales con miembros elegidos de la misma manera que los diputados y serían los órganos consultivos de los prefectos. El congreso elegiría al presidente, aunque el que resultaba elegido no tenía que ser miembro del mismo, además se limitaba el poder del presidente, instaurándose la separación de poderes. De esta forma, el parlamento se convertiría en el centro de la dinámica política, legitimado legalmente   y la Constitución de 1823 fue utilizada para legitimar y legalizar los actos del Congreso.
Tenían derecho a la ciudadanía todos los hombres casados o mayores de 25 años que tuvieran una propiedad o ejercieran una profesión o arte, o se ocuparan de alguna industria, sin sujeción a otro en clase de sirviente o jornalero.  Este sufragio restringido va a surgir emanado de las necesidades del nuevo orden capitalista que desea ampliar la oferta de fuerza de trabajo y a la vez reducir las demandas de los sectores que chocaban con los intereses de los propietarios capitalistas.  
A la llegada de Bolívar, que tenía como fin acabar con los realistas que aún tenían poder en el sur peruano, fue nombrado Dictador. Bolívar pudo apelar a la Constitución en su conveniencia para lograr la legitimidad de sus actos, sobre todo a partir de que el Congreso le diera un poder extraordinario para gobernar durante la guerra. Poco más tarde Bolívar reunió un Congreso Constituyente con la intención de crear una nueva Constitución, pero la de 1823 aún seguía vigente y ahora Bolívar tenía el poder de modificarla a su gusto. En este ambiente y tras disolver el Congreso, se llamó a elecciones para formar uno nuevo y llevar a cabo el proyecto de la Constitución Boliviana que serviría para unir en una federación a los países que había liberado: Panamá, Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia. 
Esta nueva Constitución va a tener un carácter conservador, en la que el ejecutivo se convertiría en el máximo de los poderes y el presidente en la figura más poderosa. El legislativo se dividiría en tres cámaras de tribunos, senadores y censores, que serían de carácter vitalicios. Esta carta va a tener una clara influencia de la Constitución francesa del año VIII que otorgó a Napoleón el consulado vitalicio. Las juntas departamentales y las municipalidades serían abolidas y este punto sería uno de los más contenciosos cuando cuestionó la legitimidad de la anterior constitución. Sin embargo, la vigencia de esta carta fue muy efímera debido a la marcha de Bolívar a solucionar problemas en Colombia y a la oposición que comenzó a forjarse y que acabó estallando en un motín en el año 1827. Se llevaron a cabo elecciones y se decretó que los diputados debían recibir amplios poderes legislativos y se reestablecieron las municipalidades, derogándose la Constitución aprobada en 1826.   Este rechazo a la Constitución Boliviana de 1826 pone de manifiesto la preocupación en Perú de conservar la autonomía. 
Los diputados elegidos en 1827 para formar parte de un nuevo Congreso Constituyente fueron prácticamente los mismos que se reunieron en 1823. La pretensión más extendida fue la de instaurar un federalismo. Esta posibilidad se barajó, por parecer una solución factible al choque de intereses entre regiones,  pero temiendo que, debido a los problemas limítrofes, el Perú pudiera perder parte de su territorio, optaron por la reinvención de las juntas departamentales de 1823. La innovación fue que estas juntas serían las que propondrían al poder ejecutivo tríos de los candidatos a las prefecturas. Estaban compuestas por dos representantes y un suplente por cada provincia, pero en los años que funcionaron no llegaron a tener real injerencia política.  De la misma manera las municipalidades se mantuvieron en la base del sistema político, ya que desde ellas emanaba la legitimidad.
La ciudadanía se extendió a todos los hombres mayores de 21 años o casados, sin más limitación que haber participado en el tráfico de esclavos, haber aceptado puestos de otras naciones, haber sido condenados a pena grave, haber profesado votos religiosos, ser vago, haber abandonado a su mujer o estar divorciado por culpa suya. Pero las elecciones, seguirían siendo indirectas a través de los colegios electorales.  
Así la soberanía comenzó a residir en el “pueblo legalmente constituido” y el poder tenía que legitimarse a través del voto y daba una apariencia de igualdad en lo jurídico legal. Sin embargo, este nuevo sistema político ponía en peligro la legitimidad de los “notables” que ejercían el poder en el sistema estamental. La historiografía ha visto grandes problemas en desvelar la incógnita de cómo se mantuvieron en el poder estas élites. La vertiente tradicionalista ha querido explicarlo a través de la existencia de la captación del voto a través del clientelismo y el patronazgo, o mediante la corrupción del voto. Sin embargo, esa visión se está comenzando a poner en entredicho. 
Los historiadores han comenzado a discernir las diferencias existentes entre ciudadano y elector y la inutilización del término “pueblo”. Las connotaciones del término “pueblo” en la Francia del siglo XVIII no tenían cabida en Perú. Dicha palabra se refería en todo el ámbito latinoamericano a los cuerpos corporativos intermediarios legalmente constituidos de la sociedad, tales como los cabildos, las juntas, etc..  Teniendo en cuenta esta regionalización el supuesto “ciudadano” se identificaba más con el “vecino” más preocupado por su relación con el municipio que con la del Estado. 
Por otra parte, la restricción del voto que venía dándose desde la Constitución de 1823, intentaba fomentar los valores de la República, otorgando el sufragio a los padres de familia honrados que incluían en su voto los de su familia y los de sus allegados. Por lo que se podría hablar de un sistema cuya unidad básica era la familia y no el individuo. Se justificaba, de esta manera, que la responsabilidad de elegir a los representantes políticos debía recaer en las familias decimonónicas, los “notables”. 
La Constitución de 1828 limitaría los poderes del ejército y pondría al parlamento en un lugar superior al poder ejecutivo. Sin embargo, en la práctica, la Constitución sirvió de instrumento para que Gamarra consiguiera controlar el poder entre los años 1829 y 1834, en los que estuvo en la presidencia. Esto pone de manifiesto la importancia de legitimar el caudillismo. A pesar de los motines y los levantamientos, Gamarra consiguió mantenerse en el poder, y puesto que en la Constitución de 1828 se incluía una clausula que permitía su reforma en el transcurso de cinco años, Gamarra modificó la constitución para darle un carácter más conservador y poder mantener su poder.
Los principales cambios consistieron en suprimir las juntas departamentales y negar el voto a los soldados, sirvientes, jornaleros y mendigos. En las nuevas cláusulas se introdujo también la posibilidad de organizar el país en una federación junto con Bolivia.
La convención de 1834 se enfrentó a Gamarra debido a que la Constitución peruana no permitía la reelección presidencial de forma inmediata y se abrió la problemática de encontrar sustituto a Gamarra, ya que su mandato concluía. La convención consideró que tenía legitimidad para sustituir a Gamarra, pero como este no apoyaba al elegido, se inició un enfrentamiento. Finalmente, vencieron los liberales de mano de Luis José Orbegoso, quien sería elegido presidente. Sin embargo, su presidencia sería débil debido a las presiones de Gamarra y las negociaciones con Bolivia para crear una Confederación entre ambos países, que llegaría a darse en un contexto de guerra civil.
De nuevo, se buscó la forma de legitimar esta decisión mediante otro proceso constitucional que empezó en 1837. Se dividió el Perú en el Estado Nor-Peruano y el Estado Sur-Peruano – lo que pone de manifiesto que aún se mantenían las diversidades regionales del principio de la República – y se unía con el Estado Boliviano en la nueva Confederación.
Lo más destacable de esta Constitución fue el tema indígena. Se restituyeron las antiguas instituciones coloniales indígenas y las tierras de los curacas. Hay dos visiones sobre el por qué de esta decisión por parte de Santa Cruz, presidente de Bolivia: una explica que se debió al paternalismo de Santa Cruz que no consideraba a los indios ciudadanos; otra está ligada a mantener el apoyo indígena a través de las nuevas instituciones. 
En suma, se puede afirmar, que el sistema de articulación político establecido desde las independencias y durante la primera mitad del siglo XIX fue una mezcla entre el modelo liberal  y el caudillista.
Por otro lado, en Perú – más que crearse- se afianzaron las identidades regionales, siendo la idea de “nación” algo abstracto y artificial, creado a través de un pacto entre estas regiones. Las identidades culturales de las diferentes sociedades – las que se estaban creando y las heredadas del Antiguo Régimen - conformaron un peligro que las nuevas Repúblicas advierten e intentan paliar,   ejemplo de ello es la Constitución de Perú, que reconoció el quechua, el aimara y las lenguas aborígenes, consideradas en el mapa del "patrimonio lingüístico y cultural del Perú", como oficiales en el año 2003.  
Todo ello afectaba también a la hora de crear instituciones que garantizaran una buena fluctuación monetaria, siendo imposible, como sí había ocurrido en EEUU, la creación de un banco estatal. La creación de bancos capaces de llevar a cabo esta fluctuación necesaria, estuvo en manos de entidades privadas exteriores, por ejemplo, el Banco de Londres.   La creación de un Banco Nacional tendrá que esperar hasta 1922, año en el que triunfe el proyecto de Ley 4500: Creación del Banco de Reserva del Perú promulgada el 9 de marzo de 1922.     

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Bibliografía

  • MALDONADO, Guillermo: “II. El régimen político  peruano” en Revista de Derecho Político, núm. 33, Universidad Católica de Lima, 1991, pp. 391-426.
  • PÉREZ HERRERO, Pedro, “La conformación política y social de las nuevas Repúblicas hispanoamericanas (1810-1834). Caracteres generales.” En: JOVER, Jose María (ed.), Historia de España Menéndez Pidal: la España de Fernando VII. La posición europea y la emancipación americana. Vol. XXXII, Espasa-Calpe, Madrid, 2001, pp. 325-364.
  • PÉREZ HERRERO, Pedro, “Las independencias americanas. Reflexiones historiográficas con motivo del Bicentenario.” En: Cuadernos de Historia Contemporánea, 32, 2010, pp. 51-72.
  • SOBREVILLA PEREA, Natalia: “Batallas por legitimidad: Constitucionalismo y Conflicto político en el Perú del siglo XIX (1812-1860)” en Revista de Indias, vol. LXIX, núm. 246, University of Kent in Canterbury, 2009, pp. 101-128.


Webgrafía

  • http://blog.pucp.edu.pe/blog/juanluisorrego/2012/01/01/breve-historia-de-la-banca-en-lima-hasta-1950/
  • http://www.bcrp.gob.pe/sobre-el-bcrp/creacion-del-banco-central-de-reserva-del-peru.html


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